La falta de la enzima lipoproteína lipasa (LPL), o de otra proteína que afecte la actividad de la LPL en personas con síndrome de quilomicronemia familiar (FCS) evita que los triglicéridos se descompongan, aumentando significativamente su concentración en la sangre, lo que representa un riesgo para salud.1
Por esta razón, el consumo de grasas, tanto de origen vegetal como animal, debe ser mínimo, ya que independientemente de su origen, contribuyen al aumento de los triglicéridos en la sangre. Así, las personas con FCS deben consumir entre 10-20g de grasa al día, límite que se definirá junto con un nutricionista2.
Las principales fuentes de grasas vegetales son los aceites (soja, maíz, oliva, canola, coco, palma, etc.), aguacate, coco y frutos oleaginosos (maní, nueces, pistachos, castañas, macadamia, avellana, linaza, almendra). Las grasas animales se encuentran en la carne (especialmente la roja), la carne procesada (salchichón, salchicha, mortadela, jamón, salami, hamburguesa), leche y derivados, como cuajada, yogur, crema agria y mantequilla. Estas grasas animales están saturadas, lo que eleva aún más los triglicéridos en sangre.
Los alimentos industrializados también son fuentes importantes de grasas, tanto animales como vegetales, y deben eliminarse de la dieta de las personas con FCS. Por lo tanto, los alimentos como galletas, helados cremosos, alimentos congelados y chocolates deben excluirse de la dieta.3 Una persona con FCS puede llevar una vida normal, pero siempre con cuidado especial con la comida teniendo cuidado con la alimentación.4
Tras la confirmación del diagnóstico por parte de un médico, el paciente debe ser remitido a un nutricionista, quien realizará la orientación dietética adecuada, personalizada y que cumpla con los criterios en cuanto al límite de grasas en la dieta. El nutricionista también le indicará la necesidad de suplementar ciertas vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales.